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24 de Abril 2008

Fragmento de carta

Mi estimado amigo:
Me permito dirigirle la presente, antes que nada, como un gesto de simpatía, respaldado por los años que lleva nuestra relación. Recuerde que yo, quien quiera que sea, siempre estaré ahí cuando me necesite, tanto en las buenas como en las malas. El cariño que siento por usted va de la mano de la extrañeza que en los últimos meses ha reflejado en su carácter, y ese es el segundo motivo de esta carta; como ve, mi preocupación por su estado de ánimo es desinteresada y extremadamente sencilla.
Pero vayamos a los hechos; La primera vez que lo vi en un ánimo particular fue hace poco más de tres años, durante la boda de Raquel. De usted, querido amigo, podría esperarse alguien de corazón ligero y valores... “liberales”, podría esperarse que llegara acompañado de una hermosa dama que, por cierto, nunca nadie volvería a ver, podría esperarse que entre risas y copas usted subiera al escenario y le deseara suerte a los recién casados, contando luego una anécdota de la que todos presentes reiríamos. Usted sería la fiesta. Pero no fue así. Ese 14 de marzo de 1923 llegó a tiempo a la ceremonia, peinado, con gesto alargado y vacío, su mirada se perdía en los pies de cristo, cuando otrora época rebuscaba entre los escotes a su compañera esta noche. Mi hija, con u perpetuo amor platónico hacia todo lo que usted representa, me comentó extrañada que, cuando hablaba, su voz era apenas audible y sus ojos evitaban los ojos de su interlocutor. Dejó la fiesta temprano y me informaron que volvió a su hotel solo, para salir al día siguiente en la madrugada, incluso antes de que el primer tren dejara la estación.
permitame comentarle que se volvió la comidilla de la noche, habiendo dado un cambio tan radical en relativamente poco tiempo, pero la gran mayoría de la gente asumió que tal vez tenia problemas con el negocio familiar o, peor aún, tal vez había encontrado una mujer que por fin entrara a sus sentimientos, para que luego los destrozara, dejándolo en lamentable estado anímico. Seguro se le pasaría.
Cuatro meses después todos fuimos invitados a una fiesta en el puerto ¿recuerda el bote que el padre de Tomás tenía? Cuando me hicieron saber que la fiesta sería ahí recordé con absoluto placer los comentarios que hacíamos cuando adolescentes al respecto. Recuerdo que nos sentábamos en el muelle veintidós a observar la magnífica obra dela ingeniería naval que es el bote de padre de Thomas y tú comentabas que, cuando fueras rico, darías las mejores fiestas en tu bote....

Escrito por Rho NivonoG a las 24 de Abril 2008 a las 06:32 PM
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