El Universal / La Pared 28 febrero 09
Territorio Sonoro
Ser Dj es un arte; apuntalar estados de ánimo en tiempo real no es fácil y para lograrlo se requieren amplia cultura musical, así como una sensibilidad que permita lograr empatía con el escucha. Pero hoy, a la luz de la ciencia, las tornamesas están cediendo lugar a sistemas automáticos de recomendación musical.
Los recomendadores automáticos surgieron hace un par de años de la mano de reproductores como Winamp o de servicios online tipo Lastfm, pero explotaron en el inconsciente popular cuando, en 2008, iTunes 8 incluyó Genius, la versión propia de la compañía de la manzanita.
La ochentera ciencia de intercambiar mixtapes que fueron planeadas meticulosamente para que su cadencia resultara emotiva está siendo sustituida por las recomendaciones fríamente calculadas de un robot. Lastfm registra todas las canciones que el usuario escucha, ubica los géneros a los que esa canción pertenece, compara con listas de personas que disfrutan la misma música y regresa recomendaciones basadas en los gustos personales; la cereza del pastel es que también recomienda amigos que comparten esos gustos. A partir de una canción, Genius revisa las estadísticas de la iTunes Store, localiza qué canciones han sido compradas por usuarios que también han escuchado esa canción, contrasta los datos con la música contenida en el equipo local y genera una lista de música similar, tratando de perpetuar el mood. Winamp descifra el genoma musical de todos los temas que su biblioteca engulle, (pues, como en los organismos, a las características que definen cada canción se les conoce cómo "genoma") para luego encontrar genomas semejantes y agrupar las canciones por "familias" y así complacer al usuario con relaciones implícitas en los sonidos que conmoverán al más duro de los melómanos. Todos ellos se jactan de generar listas perfectas.
En la serie noventera Pete&Pete, existe un personaje llamado Inspector 34, encargado gubernamental de certificar la perfección de los calzoncillos. Poseedor de un perfeccionismo rampante y unos estándares altísimos, su llegada al pueblo marca el inicio del contagio de sus manías al resto de los habitantes. La búsqueda perpetua de la perfección vuelve la situación insostenible, hasta que alguien tiene una brillante idea; invitar al Inspector a una parrillada. Cuando le sirven una pata de pollo, él con sus cubiertos corta rebanadas de similar masa y volumen, trozos perfectos, fáciles de masticar y de engullir. Entonces todos le hacen notar su error: la única manera de comer pollo es con las manos, ensuciándose, y así detonar su disfrute; así la perfección del Inspector resultaba imperfecta.
Aunque Genius y sus amigos hagan magia con el genoma musical, el armado de playlist es un arte característico del ser urbano y requiere su sensibilidad para resultar perfecto; ninguna lista robótica será tan bella como la que un novio despechado construye para escuchar en el lluvioso camino a casa, o aquella en la que todos los asistentes a la fiesta quisieron agregar un poco de su música predilecta sin que ésta perdiera la coherencia. La playlist perfecta requiere lágrimas y risas, subjetividades y sensaciones.
Hasta que no se descubra el algoritmo del sentimiento, las listas generadas por robots serán tan solo música de fondo y no hay razón para que los Djs sientan su empleo amenazado entre torrentes de unos y ceros... por ahora.