Viene desde Migraña I.
El día no había comenzado bien, lo sabía, solo que aún en estas circunstancias me negaba a que la migraña me detuviera.
la migraña representa mis más intimos demonios... abre la puerta del infierno y permite el paso de cabras ataviadas con túnicas rituales y cuchillos obscuros; fotos que te siguen con la mirada; enormes topos de pupilas enrojecidas que se comen el planeta dejando un rastro de locura en donde ya no hay vida; cielos negros. Mi única salvación contra el infierno son los químicos que consumo cada que siento estas puertas retumbar. Drogarme y dormir, esperando que ni el dolor ni el infierno sean demasiado fuertes.
Un momento estaba sentado dentro del salón, pensando todo esto y al segundo siguiente estaba en buenos aires. Dammit, aquí vamos. Todos usaban bombín y paraguas, aunque su ropa no combinara con ello, el cielo tiene un tono verde. El verde me trae mala suerte (comencé a inquietarme). debía encontrar la salida y volver al salón lo antes posible, antes que notaran mi ausencia de mi cuerpo, tal vez aún no fuera demasiado tarde. Decidido a olvidar todo, cerré fuertemente los ojos. Los ruidos de la ciudad no se acallaron. Me repetí una y otra vez que no estaba aquí, que nunca he estado aquí. Escuchaba claxons, pasos, voces, radios, maquinarias, tuberías. Escuchaba toda la ciudad. Escuchaba los muertos golpetear con ira sus ataúdes. los oídos comenzaron a arder y sangrar. Podía perfectamente ubicar a cada persona que estuviera a mi alrededor, a cualquier persona de buenos aires-obscuro. Escuché el agua a través de los tubos, escuché las sodas sirviéndose a doce kilométros de distancia. Escuché un niño llorar por razones ajenas a la lógica clásica. Escuché una coladera abriéndose y unos muchachos bajando al buenos aires subterráneo y escuché a la ciudad conspirar contra ellos. De pronto me dí cuenta de quienes eran; Joaquín, sus amigos. Una mano se poso en mi hombro, abrí los ojos y volteé decidido a escapar. El mismísimo demonio estaba sosteniéndome, y con su cara de Charly García meneándose en signo de desaprobación de un lado al otro, me dijo;
- Ya estás solo; no hay nada que puedas hacer.
- Esta ciudad es una alucinación y puedo modificarla a mi gusto. Aléjate de mí o te borraré de mi cabeza en este instante.
(en ese momento lanzó una risotada que sonó con el estruendo de mil voces; escuché a cada uno de los que en mi vida se han reído de mí. Los transeúntes detuvieron su interminable andar y se quedaron sosteniendo flores rojinegras en las manos).
- Muchacho -contestó cínicamente- tienes toda la razón, esto no es más que una alucinación, un mal sueño. ¿pero sabes qué? No es tuyo, ES MÍO. Tú no eres parte mas que de una pesadilla del diablo. (aquí solo recuerdo como comenzaba salir espuma de su boca y se inchaba de ira. Aunque me parecía ridículo pensar en eso aquel momento, me recordó un guajolote) regresa a tu propio mundo, solo sigue cualquier puerta que diga exit y deja de molestarme ¿está bien? Tal vez así te deje vivir tranquilamente los sueños.
Lo miré a los ojos. Él sonreía entre la saliva que ahora inundaba su cara. Junté mis párpados; El agua corriendo a través de los tubos, los pasos de Joaquín en un vacío inexorable. El agua. Joaquín. El diablo con cara de Charly García. Yo, sentado en el salón de clase, ausente. Todos en buenos aires ahora son topos acuáticos que arrastran a joako hacia el mar, solo lo mantienen vivo para recordarle su grado de estupidez. Hace un minuto hubiera huido inundando de miedo iracundo; ahora no.
No escaparé de buenos aires-muerte sin llevarme a joako conmigo.
Abrí los ojos y comencé a correr hacia belgrano-sangre. Charly García rió con sus mil voces.