Impresionado por la muerte honorable no me queda nada que decir; Akodo Kokoro murió, y sus ancestros lo recibirán de la manera en la que merece. El abuelo de Ferrante, que luchó del lado republicano en la guerra civil española, también murió, el fin de semana pasado. Triste.
Cada quién muere cuando puede, o cuando debe,y -curioso- en los dos casos anteriores es que la muerte en realidad no existe, ni nunca ha existido. La muerte es el estado irreal de su existencia, pues para morir hay que vivir primero.
Y acabar de una vez por todas suena tentador; no más problemas, no más nada.
Ferrante debe de estar triste... y yo estoy triste con Ferrante, pues se que no es bueno que alguien cercano muera, pero... ¿quién es Ferrante? Un espejo incapaz de conocerse, alguien que vive su vida de la manera más inocua posible y por lo mismo resalta su inexistir.
Estoy triste, y lejos... me siento lejos. Escribir con dedicatoria...
Guess who's a Mac...