Tus muñecas sangran, yo soy consumido por el coraje que guardo en el estomago, estomago abierto, cual tus venas. El cuchillo, Oh mítico cuchillo que me sigue a donde quiera aunque trate de olvidarlo, una vez más me hace lanzar todo, romper preceptos, transformar las blancas sabanas en pútridas entrañas palpitantes de vida que se extingue.
Y tu destrozas tu vida, y yo me burlo que no me importa ¿algún día aprenderás la lección? Mientras tanto por favor no molestes, no vengas con el cuchillo enterrado a mis cercanías, que me es imposible alejarme. Perra. El mundo no es tu tablero de ajedrez y la gente no tus peones. Perra. No quiero augurar desgracias pero te las mereces, te las has ganado. Perra. No mas vidas destrozadas en el nombre de tu ego ni cunas asaltadas en el nombre de tus uñas afiladas en la espalda de cualquier idealista poco precavido. Perra. No se si perdiste o ganaste, espero hayas perdido. Espero que aprendas que la sangre al galope es necesaria pero poco humilde y deliciosa pero poco sana (por tu bien). Perra, felicidades: una desgracia más (eso buscas ¿no?)