Se erizaron los últimos centímetros de mi piel. Se endureció mi cuerpo, quedé seca al tacto. Mis poros se fueron abriendo cada vez más, hasta dejarlos salir a todos, que se fueron y volaron lejos de mí, deshaciéndose en tonos rojo y azul. Terminé por resignarme, por fingir que los había olvidado. Qué más podía hacer, si ya estaban lejos. Tal vez alguien los vió o los escuchó, y terminó de vaciarme, de desinflarme. Así tan rápido. Acumular durante años para dejar ir en segundos, supongo que así funciona. Es bastante sencillo, si lo analizas. Ahora no me queda ningún secreto. Todo se sabe. Bueno, casi todo.
Mi único secreto es ser la única que sabe que alguna vez fui una persona llena de secretos, que me dediqué a almacenarlos. Nadie creería la manera en que se me escaparon.