abrí el cofre. Busqué. Llegó Razyel, le pregunté "¿sabes donde está la batería?", "...no... pero..." "¡¡¡¡OH no... nos robaron la batería!!!!"
Era horrible, no podía creer que el ángel de la ciudad me había quitado la protección con que me cuidaba, la que impedía que me asaltaran o que me pasaran cosas feas, la ciudad ya no me quería, era una sensación horrible.
Razyel se dedicó a lamentarse porque su madre lo iba a matar, tendría que comprar una batería nueva. Yo, me dediqué a histerizarme. Menté madres, sentía que mis padres me matarían. Bueno. Sopesamos distintas opciones, como llamarle al seguro, conseguir una batería, llamarle a mis padres, que eran los más cercanos. Tercera opción.
Pedimos una tarjeta de teléfono, un tipo amable nos la prestó. Mi padre tuvo un tono de hastío que verdaderamente me espantó. Llegaron unos 20 minutos después
o tal vez 10, no tuve noción del tiempo, seguía histérico.
Llamamos al seguro, pagar el deducible d la grúa salía mas caro que conseguir otra batería, gracias. Decidimos ir a buscar a la gasolinera que estaba una cuadra más abajo en esa misma calle, al vez tenían una batería arrumbada que os pudieran vender, pero tuvimos mala suerte (en ese momento, ya no me sorprendía).
Regresamos al carro
mi padre con una cara de extrañeza, abrió el cofre. La batería estaba ahí, atrás del motor, donde siempre había estado, esperando a ser usada.
Lo único que atiné a hacer fue a echar una mirada de desesperación a Razyel, que la correspondió idéntica. No podía creer, ¡algo nos tenían que haber robado! ¿Si no, porque no encendía? Mi padre tomó las llaves y encendió el auto. ¡Sin ningún problema!...
Mi padre empezó a reír. Mi Madre también. No podía ser, simplemente no podía ser.
Todos reímos, aunque algunas más de nerviosismo que de otra cosa. Que humillación, que vergüenza. Pero
¿para que histerizarme? Mejor hay que reír
ejercer la autocrítica
digo, al final nunca supimos bien que fue
además de que somos unos idiotas, claro. :-)