Me siento como en una cumbia. Luego de esta noche me siento como en una cumbia mala, de esas que suenan en el transporte publico de la ciudad de México. No se porqué.
Tal vez porque me puse happy con el alcohol, cosa que no hacia desde hace tiempo. También porque me gustó una chavita, la única de la fiesta y sin querer me enfrasqué en una especie de competencia o de juego con ella, cosa que, pensándolo por segunda vez, no me divierte y no me gusta ver las como trofeos. Desgraciadamente así fue esta vez.
Tal vez influyó que la chavita tenia doce años y yo actué con DEMASIADA confianza y la chavita también. Y puede que además se deba a que la chavita no peló a nadie. Y que de regreso en el camión, estaban pasando cumbias. Quiero ser jazz de nuevo. Quiero regresar a ser protagonista de una canción comercial de rock/pop en español.
Cuando me imagino versión cumbia, me imagino con una camisa de cuadros azules, de manga corta, abierta hasta el tercer botón, con un crucifijo dorado asomando, peinado relamido para atrás, jeans desgastados de costal y zapatos negros que no tiene nada que ver con el resto. Me imagino en un campo de fútbol sin pasto, terregoso, que tiene una lona amarilla y parchada, mesas de lamina de las que regalan las cerveceras, yendo detrás de una chica morenita, delgadita, chaparrita, vestida de negro, con una blusa de tirantes abajo y una especie de chamarra de tul transparentosa arriba, jeans entallados negros, de mal gusto, unas zapatillas abiertas de tacón alto que le quedan ligeramente apretadas y que están sucias por la tierra, con las uñas pintadas de un rojo que desacierta con el resto del atuendo, maquillada exageradamente, pero no por eso fea y con un copete enorme, circular más prominente que su nariz. Yo en la dimensión cumbia. Maldita sea, me prefiero rock/pop.