cronicas de un mundo sin dioses aparentes

Un poquito amargo, pero así es la vida. (o como dijo Andrés “el café es amargo, y es de lo mejor en la vida”)

Yo he renunciado a creer que la gente es inocente; todos actúan completamente conscientes de las implicaciones que pueden acarrear. Cada vez que una chica mira coquetamente a un chico, sabe el efecto que causará. Cada vez que un alguien tira un papel en la calle, tiene claro que hace algo “incorrecto”. El día del juicio final será sencillo decidir que todos merecemos la hoguera.
Los abrazos no son gratuitos y las palabras no son efímeras. La coherencia, esa sí, es necesaria para tener una vida feliz. Yo no creo que las normas dictadas por la moral judeocristiana sean una verdad absoluta, estoy más bien a favor de una valoración interna que se traduzca en actos coherentes entre sí. Ergo; si te importa que el cielo esté azul, entonces no contamines. Si te importa tener amigos, entonces no hables mal de la gente a sus espaldas. Si no quieres recibir cariño, entonces no pidas cariño. Si no te gusta la catsup, entonces no ordenes catsup.
Todo esto viene a cuento en un intento por comprender el funcionamiento de los roles que jugamos todos, día a día. Me parece interesante (y semidestructivo, pero bueno) el ritual de “el ligue”, donde los sujetos en cuestión asumen expresiones contrarias a sus deseos.
Una chica es instruida desde pequeña para darse a desear, y un chico es instruido desde pequeño para no demostrar sentimientos.
Pero la hora y relativa sequía mental me impiden seguir con un post que, en cualquier caso, me parece que nunca cuajó, así que solo dejaré de escribir esto.
-ahora-.
Es que escribir con sentido no se me da.