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3 de Febrero 2008

Yo no estoy aquí.

El trajín de las horas me ha parecido muy pesado en las últimas semanas. Las calles rebosantes de gente que recorro todos los días no hacen más que vaciarme, cada vez más y más. Sé que tú estás pasando a mi lado, pero no puedo más que ignorarte, en la terrible confusión que me acecha detrás de las esquinas.
No importa en donde esté; está vacío.
Camino hacia adelante, pero siento que camino sin rumbo fijo. ¿qué hay adelante? ¿más preguntas? Las miradas se entrecruzan entre mí y mi ordenador. Los silencios de la música del golpeteo del corazón contra mi pecho cuando tu hermosa rutina comienza de nuevo, marcando los ciclos del sol y la luna. Cuando tu cara es tan parecida a aquellos monstruos de oscura hermosura e ignoras mis palabras silenciosas, mi beber café frente a ti. Mi silencio. Mi no estar ahí.
-PUM-.
Tu presencia me apendeja.
No puedo dejar de admitir en ningún caso, que estoy confundido, como aquél día en el que el espejo repetía tu nombre a pesar de no tener labios con que hacerlo. Me siento un pequeño petirrojo recorriendo las estaciones de metro, volando entre edificios descarapelados en esa ciudad formada en mi subconsciente de niño de trece años, que luego ha sido desmentido por las circunstancias, pero no por la ciudad en sí. El ritmo al que los pensamientos se agolpan en los lóbulos frontales de mi cerebro resulta ridículo cuando lo comparas con otros sucesos de igual naturaleza, como la lluvia, las nevadas o la actividad volcánica del anillo de fuego del pacífico. Siento como una idea surge desde detrás de mi cabeza, en algún nodo desconocido e irreconocible. Luego avanza, entre un trajín de ideas, abriéndose paso por un camino azaroso; doble esquinas sin saber muy porque, hace rutas largas para llegar a puntos cercanos. Cuando se da cuenta, está sola en un mar de individuos, detrás de mi frente, encima de mis ojos sin saber su trágico destino. Entonces yo detengo el trago de café, y la devoro. Escucho como una canción de pianola se levanta en mis oídos, para restar solemnidad al evento y que así nuestra cara y nuestra historia cambie una vez más. No puedo asegurarte nada.
La soledad tiene nombre, solo que se ha negado a revelarlo.

Escrito por Rho NivonoG a las 3 de Febrero 2008 a las 08:00 PM
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