Hoy he amanecido con una migraña incómoda, que no me permite pensar; mi ojo izquierdo duele y mi frente izquierda me mata... siento un torno sobre mi cabeza, ejerciendo presión inaudita a cada paso, a cada respiro.
La migraña es el dolor de la locura, pues no es dolor propio, sino dolor del mundo; cuando te duele migrañosamente te está la realidad; se estabece un vínculo con los objetos y con los conceptos, con las distancias y con los periodos... no te duele la cabeza, te duelen las ideas. Desde anoche sabía que hoy no podría aguantarlo. Mi locura y su sinsentido han hecho que tan solo recordar a Cristina de Kichner y a Hillary de Clinton provoquen presión sobre mi ojo, una escalada en el dolor que no soporto, ganas de estar muerto. Carajo. Apenas puedo escribir.
Ciertos conceptos traen sufrimiento físico y por lo tanto el impulso de rehuir a ellos. La migraña me hace ver los caminos que recorro al pensar y me hace buscar alternativas. La migraña me provoca nauseas cada vez que pienso en el número nueve. El respirar de la computadora clava agujas en mi ojo, la luz se convierte en el fino torturador.
Cualquier tipo de estímulo se convierte en un tormento, pero no quiero alejarme, porque eso significa quedarnos sólo el dolor y yo. No puedo poner mi mente en blanco, porque las tropas de mis pesadillas se extenderán por toda mi psíque, provocando alucinaciones e invadiendo áreas sagradas.
No quiero ver la cara de la gente; también siento su dolor ahora... las miradas a los ojos provocan que mis pupilas sangren....
quiero romper el monitor. Quiero romper mi cabeza.
Ayuda.