Hoy la ciudad ha estado paralizada. Mientras me mantenía en el metro rodeado de personas, grises, sin cara, o de colores pintados, pensaba en la razón. ¿Por qué hoy?
El centro estaba como siempre. No suelo ir mucho al centro, excepto cuando tengo mucho tiempo libre. Hoy no fue el día. Llegué cumplí mi misión y partí. Quetzalcoatl y tezcatlipoca grecoromanizados y remasterisados me han recibido y me han despedido con una sonrisa, por cien pesos, claro.
Primer error: decidir llegar a mi casa en camión. El camión, llenó, la calle llena, la ciudad a reventar. Me dormí cerca del hotel de México y me desperté cerca del hotel de México. Me dormí de nuevo y desperté ahí. Una hora. Llegué a mí casa, descansé un poco, tomé un alma de refresco, de esas que mantengo guardadas en mi caja imaginaria y salí de nuevo, ahora rumbo a la escuela. Otro rato de reflexión en un camión. Otra hora sentado viendo cambiar el paisaje lentamente. Todo para llegar y ver que no había clase hasta dentro de tres horas
Luego regresar. Las venas de la ciudad llena. Quisiera estar en Madrid. ¿Qué seria si los demonios de todos nosotros se materializarán y nos atacaran? La sonrisa siempre.
Llegué a mi casa. Ahora escuchar. ¿Los cangrejos caminarán para atrás?
España: sigo con ustedes, haya sido quien haya sido.
Si amas tu caos interior, ¿por qué no amar también el exterior?
Dosis de ciudad. Casi irónico.