... Se me secan los labios y se me congelan las palabras solo de pensar que te vas, que me dejas sin tu mano, la única siempre firme frente a mis crueldades.
Nunca pensé que un cerrar de ojos ya estarías lejos, desvaneciendo en cada bocanada de aire que tomas lejos de aquí la posiblidad de vover a mirar tus ojos en un nuevo mañana.
Un nuevo mañana donde la indeferencia de hielo se evapore de mi corazón, o simplemente se funda y me salga por los ojos mientras te abrazo frente al amanecer púrpura que nunca pudimos compartir, por más que lo soñamos.
Sé que fue mi culpa. Mi culpa y culpa de las agujas que me ha ido clavando el tiempo en el centro del pecho. Ya no puedo pensar. Sólo cierro los ojos y recuerdo cuando soñaba que tu las harías desaparecer. Y se me bloquea la mente y se me obstruye la traquea al darme cuenta que no fue así, que no pudimos lograrlo. Y me dan ganas de llorar al recordar que hiciste lo posible, que diste todo.
Si te vas, ya no me queda nada. Nada más que la nostalgia de lo que no sucedió, que, como dijo Sabina, es la peor. Me queda volver a mi eterna espera.
No sólo se va aquella mano firme, sino los únicos ojso que soportaban mi lenta agonía sin siquiera parpadear. Se va la última esperanza que tuve de vovler a sentirme llena y feliz. Se van las ilusiones que nunca se cumplieron. Se va mi último fracaso. PERDÓNAME. Espero que lejs de aquí encuentres la paz que decías encontrar en mis labios. Perdón por quitártela, perdón por no darte lo que merecías.
Aún resuena tu voz en mi cabeza: "LO INTENTAMOS".
Sí, lo intentamos. Al menos me queda ese consuelo.